"Persecuciones" de Dios

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Ante la actual época de revelaciones y manifestaciones del Cielo, particularmente las Apariciones Marianas, no se debe olvidar que un signo de autenticidad será la persecución a la que son sometidas. Hoy en día hay quienes piensan que si tal o cual revelación ha sido señalada como no auténtica o prohibida por parte de algún Pastor o Jerarca de la Iglesia, luego entonces inmediatamente es descalificada, olvidándonos que como toda obra de Dios es necesario que el grano de trigo muera para que dé mucho fruto. Y dentro del plan de la Providencia Divina, existe, como ley, la necesidad de pasar por una prueba para determinar la fidelidad a la Iglesia y al mandato de Cristo nuestro Señor.

¿Por qué Dios permite estas pruebas en todas sus obras? Porque Dios ha juzgado que sacar bien del mal es muchísimo mejor que no permitir la existencia de ningún mal.

La historia de la salvación nos lo confirma. Recordemos los tiempos de nuestro Señor: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros...". Con su Encarnación, Vida, Pasión y Muerte, Jesucristo nos redimió; pero Jesucristo no canceló el sufrimiento y la muerte que el hombre había causado por su desobediencia; sino que para redimirnos asumió el sufrimiento y pasó por la muerte y muerte de cruz, dejando la cruz como medio de santificación y salvación. Por eso dice Jesucristo: "Si el mundo os odia, sabed que primero me odió a Mí... acordaos de esta palabra que os dije: no es el siervo más grande que su Señor. Si me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros..."  (Jn. 15, 18-20). Aquí claramente profetiza nuestro Señor cómo las persecuciones probarán el carácter sobrenatural de todas sus obras, de donde se colige que la vida del cristiano llevará siempre el signo de la cruz, y la vida de la Iglesia entera, el signo de la persecución. Toda obra auténticamente que se presuma de ser de Dios tendrá que pasar por el signo de la persecución. Por eso Jesucristo dijo: "Quién no lleve su cruz no puede ser mi discípulo"  (Lc. 14, 25).

Estas ideas no son palabras sin sentido, sino que se han aplicado proféticamente desde el principio de los tiempos y en todo el transcurso de los siglos hasta nuestros días, como parte del misterio de la salvación de Dios para los hombres.  Ejemplos de estas pruebas tenemos en abundancia en toda la historia de la Iglesia. Es necesario que se sepa que los santos de todas las épocas y de todos los tiempos no caminaron jamás como ángeles sobre nubes, sino que tuvieron que labrar su santidad día a día, paso a paso, a fuerza de muchas dificultades y tropiezos, en la que cayeron y se levantaron una y otra vez entre barrancos y lodo; se lastimaron con todas las piedras de las miserias humanas y soportaron por amor a Dios, hasta llegar al heroísmo, toda la persecución que recibieron de sus contemporáneos y de la misma Iglesia de Dios a la que amaban y servían.

Si revisamos la gran mayoría de la vida de los hombres y mujeres de Dios, podemos constatar que prácticamente todos, de un modo o de otro, tuvieron que morder la fruta amarga de la calumnia, de la incomprensión o del escándalo. Murmuraciones, enredos, intereses inconfesables, celos, falsas prudencias, actitudes superficiales, y un largo etc., son parte de todas las realidades que acompañan a las persecuciones de que son objeto los hombres que buscan amar a Dios. Por lo mismo, decía el Papa Paulo VI en la homilía de la Canonización de la Santa Beatriz de Silva que "Los santos representan siempre una provocación al conformismo de nuestras costumbres, que con frecuencia juzgamos prudentes sencillamente porque son cómodas. El radicalismo de su testimonio viene a ser una sacudida para nuestra pereza y una invitación para descubrir ciertos valores olvidados." (3 de octubre de 1976).

El que nos da ejemplo de esta enseñanza es, ni más ni menos, que el mismo Jesucristo. Recordemos lo que decía Mateo: "Los príncipes de los sacerdotes y todo el sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús para darle muerte; pero no lo encontraron a pesar de los muchos falsos testigos presentados. Por último se presentaron dos que declararon: "Este dijo: Yo puedo destruir el templo de Dios y edificarlo en tres días." (Mt 26, 59-61).

La predicción evangélica se ha ido pues cumpliendo inexorablemente, siglo tras siglo, y al igual que la de Jesús, la presencia de los hombres de bien y de santidad ha sido siempre un signo inquietante y muchas veces incómodo para sus contemporáneos. Por esa razón, todos los hombres de Dios han experimentado, de un modo o de otro, la soledad o la infamia; la persecución o la burla; la cruz, en definitiva. Y así lo recordaba Juan Pablo II en la beatificación de Escrivá de Balaguer en mayo 17 de 1992: "Estos son los que de generación en generación han seguido a Cristo: los que a través de muchas tribulaciones han entrando en el Reino de Dios."

Así pues, la incomprensión, la calumnia, el desprecio: habitualmente ese es el camino por el que los hombres y las mujeres de Dios se unen al sacrificio del calvario, junto a un Jesús que murió también como fruto de numerosas calumnias y contradicciones.

Pero no solamente los hombres de Dios han estado bajo este sello de persecución, también importantísimas manifestaciones marianas y revelaciones privadas han estado sujetas a la incomprensible persecución de los que debieran aceptarlas y promoverlas: los pastores de la Iglesia. Por ejemplo, las apariciones de La Salette estuvieron mucho tiempo bajo la persecución infame de Monseñor Fava, un feroz ataque contra la vidente Melania fue signo de su odio a esta manifestación, hasta el extremo de exiliarla fuera de Francia.

Más aún, existe la contradicción de que no obstante que el Secreto de La Salette o también llamado Secreto de Melania y que es uno de los más importantes dentro del mundo mariano por su claridad, extensión y precisión, y que goza del imprimatur del Obispo de Lecce, Italia, y en el año de 1922, con la licencia del Reverendo Padre Lepidi, O. P. quien era Maestro del Sagrado Palacio y Asistente Perpetuo de la Congregación del Santo Oficio se diera a conocer al mundo el texto completo, pues resulta que hay obispos que niegan la existencia de dicho mensaje; otros dicen que está condenado por la Iglesia; y otros más, los mismos religiosos que atienden el Santuario en la montaña de La Saleta en Francia, simple y sencillamente no hablan de dicho secreto, y menos lo promueven; sólo dan a conocer un mensaje público que dio la Virgen en La Salette pero no el Secreto que es el más importante.

Asimismo, otro caso para Ripley fue el que recibió el Padre Pío de Pieltrecina, quien es quizá en nuestro tiempo el ejemplo más claro de persecución... fue condenado en cuatro ocasiones por Roma y pasó largos períodos de prueba y de incomunicación, aún dentro de su convento. Se le prohibía hasta caminar cerca de las ventanas exteriores, para impedir que la gente que tanto lo amaba pudiera verlo de lejos. El Superior de la Orden le prohibió oficiar la Santa Misa, y sus hermanos capuchinos llegaron, incluso, a ponerle micrófonos en el confesionario, con el fin de prepararle un caso, difamarlo y poder apropiarse de los fondos económicos que él recolectaba para la construcción del hospital para pobres llamado "Alivio del Sufrimiento". Otro pastor de la Iglesia, el Obispo de Manfredonia, dijo del Padre Pío que sus llagas estigmatizadas eran un asunto de faldas. Así lo dijo y así está escrito. Sin embargo, la contradicción de los santos está expresada en el hecho de que el 2 de mayo de 1999, fue beatificado el Padre Pío por Su Santidad el Papa Juan Pablo II, y en junio de 2002 fue elevado a los altares. Aquí se aplica con toda realidad las palabras del Evangelio "A todo aquel que me confiese ante los hombres, le confesaré yo delante de mi Padre que está en los cielos, más a quien me negare delante de los hombres, le negaré también yo delante de mi Padre que está en los cielos." (Mateo 10, 32 – 33).

Las revelaciones de Nuestro Señor a la hija de la Divina Voluntad, Luisa Picarreta, también fueron objeto de persecución y condenación por parte de la Jerarquía de la Iglesia. Fue precisamente el actual Papa Benedicto XVI, en su función de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe que rescató del Índice prohibido los escritos de Luisa y hoy podemos tener acceso a los 36 volúmenes también gracias al recién canonizado Aníbal María di Francia, uno de los confesores de Luisa Picarreta. Estas revelaciones arrojan muchísima luz respecto al Reino de Cristo que se instaurará en la tierra, y que muchos no entienden y lo condenan sin más diciendo que somos milenaristas, sin realmente darse cuenta que el Reino de Cristo es la esencia de la Revelación Cristiana.

Tampoco olvidemos que las revelaciones de Jesús a Santa Faustina Kowalska estuvieron en el caldero hasta que Juan Pablo II las habilitó. Y fue el propio Papa quien canonizó a esta sierva de Dios.

Y ni qué decir de Garabandal. Estas apariciones al norte de España entre los años 1961 y 1965 fueron verdaderamente objeto de persecución por parte de varios obispos y administradores apostólicos de la Diócesis de Santander. La más infame persecución de un pastor de la Iglesia fue la de Monseñor Puchol, que en un alarde de soberbia y torpeza, así como nula investigación seria sobre el pretendido hecho sobrenatural, llegó a afirmar que en Garabandal no había habido ninguna aparición, ni de la Santísima Virgen, ni de San Miguel Arcángel, ni de ningún personaje celestial. Que no había ningún mensaje. Que todos los sucesos tenían una explicación natural y que todo había empezado con un inocente juego de niños. Y además culminó diciendo que si la Virgen se aparecía que se le apareciera a él que para eso él era el obispo.

Ante esta posición, el Cielo no suele ser muy complaciente. Pues una cosa es la investigación seria que puede fallar en sus métodos y resultados por un sinnúmero de causas, y otra muy distinta es la burla ante las cosas de Dios. Por eso, no obstante que se le hizo llegar al obispo una advertencia de parte del Cielo para tomar el asunto de Garabandal con responsabilidad, la pertinaz actitud del obispo en contra de las manifestaciones, sin ningún interés por estudiarlas con seriedad, quizá expliquen la muerte violenta que acabó con su vida el 8 de mayo de 1967, día en que la Iglesia conmemoraba la festividad de la aparición del Ángel San Miguel, el mismo que preparó a las niñas en Garabandal para el encuentro con la Señora.

Asimismo, hoy mucha gente afirma que la vidente Vassula Ryden está condenada por la Iglesia. Esta mujer ha sufrido una persecución que pocos realmente conocen de fondo. Es increíble que se afirme que existe un documento de la Doctrina de la Fe del año 1995 para condenar su obra consistente en decenas de volúmenes, cuando dicho documento de la Doctrina de la Fe carecía de sello y firma o autoridad que respaldaba la nota en cuestión. Es decir, ¡era anónima!, y se reducía a 5 pequeños párrafos para evaluar miles de hojas que comprende la revelación de Jesús a Vassula desde el año 1986 y que ha dado frutos en más de 60 países y ha sido traducida a más de 35 idiomas. Así pues, digan lo que digan unos y opinen lo que opinen otros, ni Garabandal ni tampoco Vassula han recibido una condena formal y oficial por parte de la Iglesia. Eso sí, de obispos y sacerdotes muchas condenas, pero son eso, condenas de persecución que probarán con el tiempo que la obra es de Dios.

Lo mismo sucedió también con los escritos de San Luis María Grignion de Montfort que estuvieron por más de 100 años sin ver la luz del visto bueno de la Iglesia.

La Misión de la Virgen del Rosario del Pozo de Sábana Grande no ha sido la excepción. Alrededor de ella se han levantado calumnias, medias verdades, mentiras, difamación, falta de atención pastoral, precipitación de juicios, afirmaciones no probadas, falta de comunicación, oídos dispuestos a los detractores de la Misión de la Virgen del Rosario, debilidades humanas, y un largo etcétera que explica, siempre a la luz del Plan Providencial de Dios, la prueba por la que esta Misión ha pasado.

Estamos convencidos de que no se entenderían estas pruebas sino es a la luz del Plan Providencial de Dios, quien de los males saca grandes bienes.

Y podríamos enumerar una larga lista de hombres y mujeres que al buscar la santidad se han topado en algunas ocasiones con determinados miembros de la jerarquía, que mal informados sobre la actuación de los hombres de Dios, o influidos por algunas campañas denigratorias promovidas contra ellos, fueron piedras de gran persecución y de obstaculización a sus labores apostólicas, como por ejemplo, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Santo Tomás Moro, Santa Juana de Arco, San José de Calasanz, San Juan Bosco, San José Benito Cottolengo, Santa María Micaela, el Padre Kentenich, quien actualmente está en proceso de beatificación, entre otros.

Sin embargo, a pesar de las numerosas dificultades que han debido superar los hombres de Dios a lo largo de su vida, la Verdad acaba siempre abriéndose paso y el esplendor de la gloria acabará iluminando gran parte de las oscuridades que los enemigos tejieron sobre los rostros de los hombres que buscaban a Dios con sinceridad y  humildad. Y lo mismo sucederá con algunas apariciones y revelaciones que hoy son sujetas de persecución por parte de pastores de la Iglesia. Con el tiempo, la Justicia se manifestará y lo que es de Dios será reconocido, aunque de momento tengan que sufrir estos obstáculos que forman parte de la lucha que ha desatado el poder de las tinieblas en contra de María Santísima.

Aquí resultan más que claras y aplicables las palabras de la Santísima Virgen en su cuarto mensaje dado a conocer en Sabana Grande, Puerto Rico,  y que a la letra dice:

"Un último consejo hijos míos, el demonio tratará de destruir mi obra y mi manifestación al mundo. Sucederá que habrá un relajamiento tal para lo divino que por doquier se hablará de mensajes vanos y superficiales. Serán muchas las alegadas apariciones. Algunas serán auténticas y otras serán obras del maligno que con sagacidad y disfraz de luz envolverá a muchos. Algunas de estas apariciones que no serán manifestaciones mías, serán respaldadas por pastores y jerarcas de la Iglesia de mi Hijo Jesús. Otras donde estoy presente, serán perseguidas y reprimidas, pero no sea esto causa de frustración y pérdida de la fe, mejor así. Entonces, permanezcan más firmes en la Iglesia de mi Hijo, ámenla con más intensidad, amen a los pastores y sacerdotes, esfuércense por vivir una vida de armonía y común unión con los pastores. Eso será la señal de que ustedes estarán conmigo, están en mí y son de mi Hijo Jesús el Cristo.

Les doy una señal: allí donde yo esté pediré oración, pediré penitencia con especial atención al ayuno y pediré mucho sacrificio. Sobretodo, pediré un amor especial a mi estrella mayor, a mi Hijo, la Eucaristía." (25 de mayo de 1992).

Resulta de gran claridad el contenido del mensaje de la Santísima Virgen, por eso, toda obra divina saldrá adelante con su gracia; y el sufrimiento, la incomprensión y el intenso trabajo por permanecer fieles a la Iglesia verdadera de nuestro Señor Jesucristo, redundará en mayores frutos para la gloria de Dios.

Un buen árbol se conoce por sus frutos, el mal árbol no da frutos buenos y el buen árbol no da frutos malos.

Finalmente, conviene tener presente la advertencia de Gamaliel: "Israelitas, mirad bien lo que vais a hacer con estos hombres. Porque hace algún tiempo se levantó Teudas, que pretendía ser alguien y que reunió a su alrededor unos cuatrocientos hombres: fue muerto y todos los que le seguían se disgregaron y quedaron en nada. Después de este, en los días del empadronamiento, se levantó Judas el Galileo, que arrastró al pueblo en pos de sí; también este pereció y todos los que le habían seguido se dispersaron. Os digo, pues, ahora: desentendeos de estos hombres y dejadlos. Porque si esta idea o esta obra es de los hombres, se destruirá, pero si es de Dios, no conseguiréis destruirles. No sea que os encontréis luchando contra el mismo Dios. Y aceptaron su parecer." (Hech. 5, 35-39).

Y para todos aquellos que han sentido cansancio en la lucha, que sienten que sus oraciones no son escuchadas en el cielo y que desfallecen ante estas pruebas dificilísimas, vale la pena recordar la alentadora y felicísima expresión de nuestro salvador Jesucristo: "Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia; porque suyo es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien y persigan y digan con mentira cosa mala contra vosotros, por causa mía. Alegraos y regocijaos; porque vuestra recompensa será grande en los cielos, pues igualmente persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros"  (Mt. 5, 10-12).

Por tanto, es menester que por muchas tribulaciones entremos al reino de Dios.

Para terminar, no pretendemos animar a la desobediencia ni adelantarnos al juicio de la Iglesia. Pero muchas veces ha sucedido que sin conocer a fondo una aparición o una revelación por no haberse nombrado una comisión investigadora, seria, compuesta de teólogos, sacerdotes, médicos, científicos, etc. que con tiempo y dedicación se aboquen realmente a dilucidar la verdad histórica, filosófica, teológica, moral y científica de una determinada manifestación, se llega al error y superficialidad de dar una opinión o declaración sin estar verdaderamente fundada en derecho. Ya los interesados deberán de acudir en base al propio Derecho Canónico para lograr que sea debidamente estudiada una revelación conforme a la legalidad y no al capricho de tal o cual pastor de la Iglesia. Y para que La Salette, Garabandal, Luisa Picarreta, Faustina Kowalska, Padre Pío, entre otros, fueran reconocidos finalmente por la Iglesia, fue menester el apoyo de personas que supieron ir contra corriente y que en "aparente desobediencia" contra lo ya establecido por la Jerarquía de la Iglesia aportaron las pruebas necesarias para que la propia Jerarquía reconociera su error u omisión.

Asimismo, tampoco se puede estar esperando a que la Iglesia emita un comunicado oficial para creer en tal o cual aparición, o para visitar el lugar o para promover su mensaje. Mientras la Iglesia no la haya condenado y el mensaje no sea contrario a la fe o moral de la Iglesia, los laicos estamos en libertad de difundir esos mensajes. Esperar a que la Iglesia apruebe sería demasiado tarde dadas las circunstancias. Nosotros seguimos a la letra las palabras de San Pablo que tratándose de profecías y revelaciones decía: prophetias nolite spernere; omnia autem probate, que quiere decir "no desprecies las profecías, antes bien examinadlo todo y quedaos con lo bueno" (I Tes V, 20 – 21). Y recordemos al anciano Simeón. Si él hubiera esperado "prudentemente" a que el Sumo Sacerdote reconociera al Señor, no hubiera alcanzado la singularísima gracia que le fue dada, ni hubiera podido tomar al Divino Niño en sus manos, para que todos pudiéramos saber que aquella criatura habría de ser "blanco de contradicciones, destinado para la ruina y resurrección de muchos". Así fue, hubo personas que conocieron la profecía de Simeón o las alabanzas de la Profetiza Ana y las "pasaron de largo", esperando que el Sanedrín se pronunciara. Pero el Sanedrín nunca se pronunció sobre ese niño. Al contrario, a ese Niño, de grande, lo mandó matar.

Y recordemos que en tema de revelaciones privadas el último juez es el Romano Pontífice. (León X, 5to Concilio de Letrán 1512-1517)

Luis Eduardo López Padilla

18 /Octubre del 2010