Los Ángeles de las 7 Iglesias

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En el libro del Apocalipsis Juan  hace referencia  en su visión introductoria a las estrellas que tiene en su mano derecha Uno como Hijo de Hombre, que a su vez está en medio de 7 candelabros de oro. Y le explica la visión: "Las 7 estrellas que has visto en mi mano derecha son los Ángeles de las 7 Iglesias; y los 7 candelabros son las siete Iglesias".

Y hoy, 29 de septiembre, la Iglesia conmemora a los Arcángeles, que aunque tradicionalmente se mencionan a 3 solamente: Miguel, Rafael y Gabriel, en realidad son 7. Se lee en Tobías: "Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que tiene entrada a la gloria del Señor" (12,15). Y Dios ha encomendado a los arcángeles las misiones más importantes en relación al mundo de Dios y de los hombres también. Sigue diciendo el Apocalipsis: "Reciban gracia y paz de Aquel que Es, que era y que viene de parte de los Siete Espíritus que están delante de Su Trono" (Ap 1:4), Y este servidor dedicó uno de sus últimos libros precisamente a ellos 7.  Escribí en la dedicatoria: "A cada uno de los Siete Arcángeles de cada una las Siete Iglesias del Apocalipsis: Éfeso, Esmirma, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea, y cuyos nombres son: Gabriel, Barachiel, Miguel, Sealtiel, Rafael, Jehudiel y Uriel."

Así pues, las Sagradas Escritura mencionan el nombre de solo tres: Miguel  (Quién como Dios; Ap 12:7-9), Gabriel (Mensajero del Padre; Lc 1:11-20; 26-38) Rafael (Medicina del Padre; Tobit 12:6, 15). Los nombres de los otros cuatro arcángeles pues (Uriel, Barachiel, Jehudiel, Saeltiel) no aparecen en la la Biblia. Se encuentran en la literatura rabínica. La Iglesia reconoce los nombres que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Los demás nombres pueden tenerse como referencia pero no son doctrina de la Iglesia ya que provienen de libros que no son parte del canon de la Sagrada Escritura. Más aún, así se les identifica a los 7, pero sus nombres reales son un profundo misterio. Asimismo es desacertado añadirles el san...Miguel...san Rafael, porque el atributo de santidad sólo se aplica a los hombres no a los Ángeles.

Asimismo, hay que ser cautos con el tema de los ángeles, pues han sido retomados equívocamente por la New Age, tanto en funciones como en  naturaleza. Y hay que andarse con cuidado porque los 7 Arcángeles son en extremo poderosos y están en el trono del Padre Eterno.

En la grandeza de las tareas confiadas a los siete arcángeles, nosotros podemos reconocer el poder que Dios les ha dado y la importancia de invocar su ayuda. Aquel que los honra, honra también a su Reina, a María Santísima, y obtienen una eficaz ayuda en la lucha contra los siete pecados capitales.

Hablemos un poco de los 4 no tan conocidos:

Uriel : "Fuego de Dios"

Se le representa con una espada en el jardín del Edén. Se lo considera al Arcángel puesto por el Padre Eterno a las puertas del Paraíso con su Espada de Fuego, Aquel que expulso a Adán y Eva.

Combate el espíritu de la ira, del odio y de la impaciencia, poniendo en el corazón las virtudes de la dulzura, benignidad, paciencia y mansedumbre. Con la dulzura y la paciencia vencemos y atamos al espíritu malvado. "Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso a vuestras almas" (Mateo 11,29).

Uriel nos rodea con su corona ardiente de amor, de paciencia y de bondad. El cuida todos los lugares de las apariciones Marianas, enriqueciéndolos de gracias. Uriel tiene en su mano izquierda la antorcha ardiente o una espada flameante, la llama ardiente del amor de Dios. También se lo representa con sus manos abriéndose las vestiduras del pecho, para dejar salir el Fuego Sagrado de Amor .El Señor, en efecto ha dicho: "Yo he venido a prender fuego a la tierra; y como desearía que ya estuviese ardiendo" (Lucas 12, 49). Que en nuestros corazones, arda, el fuego de la Gracia y del Amor de Dios.

Pidamos a Uriel, nos libre de caer en la pasión del odio, la ira y la impaciencia, y también nos proteja de personas malvadas, iracundas, nerviosas; y derrame en nuestro corazón y en el alma de los que nos rodean, el Amor, dulce, suave y sereno. (En la iconografía se representa a Uriel mostrando su pecho y su corazón ardiente de Caridad).

Barachiel: "Bendición de Dios"

Barachiel, nos protege de caer en la pereza, la indiferencia a las cosas santas, en la mortal tibieza. El celo en el bien es necesario a la santidad, porque "El Reino de los Cielos sufre violencia y tan solo los violentos lo pueden arrebatar" (Mateo 11,12). Y en otro lugar Jesús dice: "No todos los que dicen Señor, Señor, entrarán en el Reino de los Cielos, sino aquellos que hacen la Voluntad de mi Padre que está en los Cielos" (Mateo 7,21). Los tibios son a los ojos de Dios también peores que las almas frías. El Señor dice: "Puesto que no eres ni caliente ni frío, sino tibio, yo comienzo a vomitarte de mi boca" (Apocalipsis 3,16).

La liberación de los pecados mencionados abre el camino para la vida espiritual, trayéndonos el don de la conversión, la fortaleza y entrega total en sostener la vocación a la que nos llamó Dios, primero, por Ser Hijos por adopción en la Sangre de Jesucristo, y luego en la vocación particular de cada uno: ya religiosa, al matrimonio, a servir como soltero, etc. Barachiel se lo representa portando un canasto lleno de flores y frutos preciosos (los frutos de la vocación cumplida).

El Ritual de las Bendiciones, (el Libro de las Bendiciones), Barachiel lo tiene en su mano derecha como señal de la Bendición del Señor, de los Santos Sacramentos, en particular la Eucaristía.

Jehudiel: "Alabanza de Dios":

Combate el espíritu de la envidia y de celos. El espíritu de la envidia se dirigió contra María Santísima, porque de Ella debía salir la Encarnación de la Divina Persona. El pecado de envidia es celoso del bien del prójimo. Una vez en el Antiguo Testamento, sus hermanos querían quitar de en medio a José por envidia, porque era el hijo predilecto de Jacob. La envidia cegó a los fariseos frente a la Santidad y al poder milagroso de Dios. Su envidia se transformó en odio en contra del Señor y lo condenó a muerte. Nosotros logramos vencer la envidia con el amor a Dios, a sus mandamientos y al prójimo, con la benevolencia, aceptando y reconociendo al prójimo.

Jehudiel es nuestro guía y nuestra ayuda. Su aceptación incondicional del Decreto Divino y su celo en la ejecución de sus mandatos selló Su eterna alianza con Dios. Por lo tanto él glorifica y exalta por toda la Eternidad a Dios, e incorpora en el amor, la viva alabanza a Dios. El pueblo escogido del Antiguo Testamento ha roto la Antigua Alianza y la ha rechazado. En el Nuevo Testamento estamos todos nosotros llamados a recibir la corona, que Jehudiel tiene en su mano,la señal de la recompensa divina para aquellos que son fieles a Dios y lo alaban.

San Pablo a Timoteo: "Ahora me corresponde la Corona de Justicia que el Señor, Justo Juez, me dará en ese día. Pero no solamente a mí, sino a todos aquellos que han esperado con amor Su Venida" (2, 4-8).

Pedimos a Jehudiel, nos impida caer en envidias y celos, que exterminan toda serena paz del alma, y nos proteja de individuos obsesivos por los celos y con la pertinaz maldad de la envidia; y derrame en nuestras almas y en las de las personas que nos rodean, la fidelidad a la Ley de Dios y de la Iglesia, y la Obediencia a las Divinas Disposiciones.

Sealtiel: "Plegaria a Dios"

Se lo representa con las manos juntas en oración profunda o con el incienso de adoración, representando así su unión gozosa con Dios. Combate el espíritu de la intemperancia, la gula y del exceso en la bebida. La intemperancia lleva a toda clase de pecados y de delitos. El Salvador nos advierte: "Estén alerta, no sea que se endurezcan sus corazones por los vicios, borracheras y preocupaciones de la vida. No sea que ese día caiga de repente sobre ustedes" (Lucas 21,34).

Contra este vicio ponemos la virtud de la templanza y de la renuncia. Ellas llevan a una inteligencia más clara, a una voluntad fuerte, a nuevas virtudes, al perdón de los pecados, a la escucha de las oraciones, a gracias extraordinarias y a la vida eterna. Por su intercesión, pueblos enteros, en ambiente de misión, fueron liberados del pecado de la intemperancia en la bebida. Sealtiel como distribuidor de gracias lleva en sus manos una cesta de flores (también frutos), o bien, va derramando flores y frutos; señal de la gloria, de la vida con Dios, de la práctica de las Santas Virtudes.

Pedimos a Sealtiel nos refrene a nosotros y ponga los límites a las personas de nuestra casa o conocidos o aquellos que deseamos convertir y socorrer con la caridad cristiana: de los vicios, de la embriaguez y el pecado capital de la gula, trocándolo en verdadero Gozo espiritual de vivir en Dios.

En estos últimos tiempos necesitaremos sin duda de la intercesión y protección de los Arcángeles, pues todos ellos estarán también, con sus espadas de dos filos, en la batalla que está a las puertas. Que estas consideraciones sencillas contribuyan poco a poco a ir familiarizando con ellos.

Para el que esto escribe, todos los días me encomiendo a los 7 Arcángeles.

Luis Eduardo López Padilla

29 de Septiembre del 2011