De acuerdo con las profecías de la Sagrada Escritura, está anunciado para un momento preciso de la historia la consolidación y surgimiento de un Gobierno Mundial como manifestación política de la apostasía o falta de fe que se dará en el mundo.
Este Gobierno Mundial será la concreción más palpable del movimiento y espíritu anticristiano que hemos estado viviendo en los últimos tiempos, y que se ha reflejado, entre otros muchos hechos, a través de la crítica y descrédito que ha tenido la Iglesia Católica, tanto en el ataque a los pastores y jerarcas como a la figura del Papa; la puesta en duda de la divinidad de Jesucristo mediante un ataque esotérico y ocultista a la Revelación contenida en los evangelios; el ataque sistemático a la familia mediante la confusión de conceptos sobre la sexualidad del hombre y la mujer; la promoción de los “nuevos derechos humanos” en detrimento de los derechos de Dios, como el “derecho a la interrupción del embarazo”, término eufemístico para referirse al aborto; la legalización de uniones gays y lésbicas homologándolas jurídicamente a categoría de “matrimonio”; las falsas filosofías y nuevas creencias que han oscurecido el camino de la Verdad de Jesucristo para dar paso a “múltiples procesos y caminos espirituales para llegar a Dios”, llenos de pensamiento New Age, cósmico y humanista; las políticas de estado y de gobierno que han ido minando la soberanía de las naciones para dar paso a un globalismo político, económico, comercial y religioso, tendiente a establecer un Nuevo Orden Mundial encaminado a desparecer los cimientos de la civilización occidental cristiana que nos ha regido por 2000 años de historia .
El proyecto del Gobierno Mundial no surge simplemente de conspiraciones maquiavélicas urdidas por los hombres, sino que es preciso elevarnos al orden sobrenatural para comprender que existen dos fuerzas, la del bien y la del mal, que se tienden al máximo en una lucha por establecer el triunfo de su reino en la tierra. Es decir, el reinado de Cristo o el reinado del Anticristo. Por tanto, el plan del Gobierno Mundial no será otro que el que encabezará el llamado Anticristo personal, cuando aparezca; aquél mismo al que Jesucristo llamó simplemente el “Otro”, cuando le dijo a los Judíos: “He venido en nombre de Mi Padre y no me recibísteis, pero vendrá otro en su propio nombre y a ese sí lo recibiréis” (Mt 5, 43). Por lo que ya desde ahora podemos afirmar que el Anticristo, quien encabezará políticamente el Gobierno Mundial, será recibido por los judíos, en su momento, como el Mesías que aún siguen esperando.
Los hechos actuales prueban efectivamente que hay un proyecto mundial de una élite tecnócrata, con un gran poder económico que la respalda, mayoritariamente judío, y con una íntima y fuerte vinculación a la Masonería que pretende consolidar un Estado Mundial Socialista, arropado con un halo de religiosidad light, donde los “gobiernos nacionales” y las distintas confesiones religiosas se encaminan a ser meras criaturas al servicio de este Gobierno Mundial.
El proyecto del Gobierno Mundial es parte de un nuevo paradigma, de una conspiración, de una poderosa red compuesta de multitud de redes que alcanzan todos los ámbitos de la vida, encabezadas por millonarios, maestros, científicos, políticos, tecnócratas, artistas; figuras en la medicina, educación, derecho, y psicología; miembros de la Casa Blanca, de la Unión Europea, del Sionismo Internacional, y del lejano Oriente; todos ellos ligados entre sí por un mismo propósito y unidos por un pacto secreto. Asimismo, otros millones que trabajan de “buena fe” en medio del proyecto humanista, secular y anticristiano que lo caracteriza, pero sin tener la menor idea del objetivo final para el cual trabajan. Toda esta conspiración involucra muchas cosas, que por momentos parecen no tener relación, más sin embargo están conectadas estrechamente unas con otras: tendencias humanistas, grupos económicamente muy poderosos, instituciones judías, diversidad de personas, sociedades secretas, dinastías de Alta Finanza, bancos, fundaciones, un sinnúmero de organizaciones dependientes de las Naciones Unidas, las llamadas ONG’s, medios de comunicación, Iglesias, tecnología, instituciones globalistas y mundialistas, etc.
Nuevo Orden vs Orden Cristiano
Cuando uno estudia los antecedentes y características de todos los engranajes de los diversos poderes que confluyen para la creación, desarrollo y consolidación del Nuevo Orden Mundial se estará de acuerdo que en realidad este Nuevo Orden no es sino el que pretenderá hacer a un lado el Orden Cristiano y que viene a dar cumplimiento a la profecía que anuncia Juan en el Apocalipsis sobre un breve y terrible Gobierno Mundial que tendrá lugar en la tierra al Final de los Tiempos, es decir, en unos cuantos años.
Dicho en otras palabras, a partir del nacimiento del cristianismo y conforme se fue practicando individualmente la doctrina cristiana según el espíritu del Evangelio, la Cristiandad fue impregnando todo orden temporal, cultural, artístico, económico, profesional y político, teniendo especial auge y concreción entre el siglo XI y el siglo XIV. En esta época, la Cristiandad dio al mundo Romanos Pontífices eminentes, reyes santos como San Luis y San Fernando, grandes teólogos como Santo Tomás y San Buenaventura, grandes catedrales románicas y góticas, corporaciones artesanales, Universidades. El principio cristiano del amor de alguna forma era palpable y, por encima de los conflictos había una unidad de fondo, por lo que es exacto afirmar que Europa vivió un período de concordia como nunca lo había experimentado. Es decir, como escribe el Padre Meinvielle: "La Iglesia al informar los diversos Estados de la tierra, y al recibirlos en su seno, los estrechaba también en una hermandad sobrenatural, que robustecía los vínculos derivados del Derecho de Gentes" (Cfr. Unidad de la Civilización Cristiana. Revista Verbo No. 278 1987 p. 25).
Revolución Mundial
Sin embargo, fue a mediados del siglo XIV cuando empieza el desmembramiento de este edificio de la Cristiandad que se fue construyendo laboriosamente. El Humanismo, la rebelión protestante, el Iluminismo, la Revolución Francesa, la Revolución Soviética fueron minando aquella unidad. Y la exaltación de las diversas naciones particulares se manifestó de manera declarada a partir de la Revolución Francesa. Y así, poco a poco se ha ido destruyendo el edificio de la Cristiandad, y paulatinamente también se ha intentado suplirlo por uno nuevo, construido sobre otras bases, como antítesis de las que estuvieron en el fundamento de la Cristiandad.
Y así entonces como se ha dicho, la Revolución Francesa, cuyos dirigentes ideológicos fueron instaurando el concepto del mundialismo, proclamó los derechos ya no de los franceses, sino del hombre, pero haciendo a un lado los derechos de Dios. Por su parte, la Revolución Soviética exaltó los derechos pero no de los proletarios rusos, sino de los proletarios del mundo. Esas dos revoluciones fueron ya planificando la Revolución Mundial a la que nos estamos enfrentando hoy en día.
Así, la Revolución ha dejado en la mente de la mayoría de las personas la idea de que el mundo se dirige hacia una unidad total del género humano, una unidad económica, una unidad política y una unidad religiosa. Y detrás de este intento universalista que se funda en el hombre, en lo puramente natural, prescindiendo de lo sobrenatural, así como fundado en una fraternidad universal sin Dios y sin Cristo, encontramos el sello característico e inconfundible de la Masonería, la que busca la revancha en contra de la Redención, la que burdamente quiere imitar a la Iglesia fundada por Cristo y que nos quiere presentar un nuevo concepto de la humanidad y del hombre, basado en un amor secularizado del hombre por el hombre, un amor sin caridad, sin Dios y sin Cristo. Es decir, propiciar una unidad mundial pero quitándole el fundamento cristiano, con el objeto de formar una sociedad universal ajena a la Iglesia, propósito que cada vez se encuentra, desafortunadamente, más cercano. Recordemos que uno de los mitos fundamentales de la Masonería es la construcción del Templo de Jerusalén. Este Templo, donde las piedras son talladas de tal manera que encajen una en otra sin ninguna amalgama, simboliza para el masón la unión de todos los hombres en “Cristo” sin el cemento de la Caridad (Cfr. Gueydan de Roussel. El Verbo y el Anticristo, Buenos Aires, Argentina p. 33).
Junto con este proyecto de la Masonería se detecta el apoyo indiscutible y probado de la judería internacional, o del judaísmo secularizado. Si bien es cierto que Israel es un pueblo sagrado, elegido por Dios y consagrado, su desviación y su carnalización lo han volcado hacia valores puramente terrenales, con toda la pasión desbordada de su impulso mesiánico, que lo lleva a una absolutización de los bienes finitos en la búsqueda del poder político y económico con miras al establecimiento de un Estado Mundial, de un Gobierno Mundial sobre la base de un Nuevo Orden Mundial, en cuya cabeza –como se ha dicho– se representará ni más ni menos el "mesías" que ellos aún siguen esperando, pues a Jesús, al verdadero, lo llevaron a la cruz tras considerarlo hijo de Belcebú.
Del Caos Surge el Orden
Un eslogan masónico dice que “Del Caos surge el Orden”. Esto tiene una gran trascendencia para comprender cómo se han ido dando las condiciones para al establecimiento del Nuevo Orden Mundial y poder analizar con mayor profundidad los propósitos que se esconden detrás de las distintas guerras y revoluciones que se han desarrollado en la historia reciente, como la Revolución Comunista, la I y II Guerras Mundiales, la llamada Guerra del Golfo, Kosovo, y los recientes conflictos en Siria, Irak, Ucrania, Israel, entre otros. Fue precisamente Carroll Quigley, prestigiado historiador estadounidense autor de Tragedia y Esperanza, quien detectó la aparente contradicción de la Banca Internacional por apoyar las causas defendidas por la izquierda, diagnóstico que ya había sido señalado por un profeta europeo, quien había expresado las siguientes palabras: “No ha existido movimiento proletario ni movimiento comunista que no haya operado a favor de los intereses del dinero, en la dirección indicada por el dinero y durante el tiempo permitido por el dinero y sin que los más idealistas entre sus líderes lo hayan sospechado jamás” (Oswald Spengler, La Decadencia de Occidente. Editorial Americana. New York. Modern Library 1945).
Para realizar esta unidad sin Cristo, expresada en la Revolución Francesa con todo el apoyo de las ideas socialistas marxistas, con el apoyo de la Masonería y de la Alta Finanza de la judería internacional, era necesario terminar con los restos del Cristianismo. Así, visualizamos mejor el origen y desenlace de la 1ª Guerra Mundial: la derrota del Imperio Austrohúngaro, que era corona católica, y del Imperio Alemán, que era una corona protestante, junto con la deposición del Zar de Rusia, monarca cristiano, fueron hechos dramáticos que dejaron el camino para la concreción de aquel designio universalista pervertido y pervertidor. Entonces fue que se instauró la Sociedad de Naciones.
Y después de ésta y como resultado y pretexto de la 2ª Guerra Mundial, se sentaron las bases para la Organización de las Naciones Unidas, que no es otra cosa que una organización mundial en base a la hegemonía de las grandes potencias vencedoras. Se estableció el Consejo de Seguridad con cinco asientos permanentes, concretados en las naciones que se autodenominan las cinco grandes, por tener derecho a veto. Así el mundo quedó dividido en dos, los que tienen el poder y los que no lo tienen, obligados éstos a obedecer a los primeros. En la ONU, todas las decisiones que se refieren a la paz dependen de este Consejo. Frente al Consejo, la Asamblea General reúne a los representantes de los Estados "soberanos", y la "igualdad" de estos Estados se refleja en el hecho de que cada uno de ellos tiene voz y voto. No obstante, comparados con los del Consejo de Seguridad, los poderes de la Asamblea y de sus miembros son limitados. Y aquí es donde se encuentra el origen próximo del proyecto actual de instauración de un sistema de Gobierno Mundial.
Ahora bien, la Carta de las Naciones Unidas que regla la actividad de dicha organización es totalmente ajena a toda consideración que vaya más allá de la pura razón. Es decir, esto constituye lo contrario a la concepción de la Cristiandad, que se funda en un orden que está más allá de lo puramente humano, el orden natural y el orden divino sobrenatural.
En efecto, la ONU ha asumido un extraordinario peso específico en el mundo moderno. Su radio de acción ha llegado prácticamente a la totalidad de las relaciones sociales, culturales, familiares, económicas, científicas, políticas y aún religiosas y nos presenta un cambio de 180° de la ideología sobre la que se desarrolló toda la Cultura Occidental hasta los días de hoy.
Estamos ahora en presencia de una llamada "ética global" que viene a reformar totalmente los últimos restos del Orden Cristiano que nos rigió durante casi dos mil años, y que es complemento y filosofía de vida que englobará todo tipo de relaciones en el Nuevo Orden Mundial. Este panorama sólo confirma que estamos ya a unos pocos años, previos ciertos eventos catastróficos que tienen que ocurrir, para que la filosofía base del Nuevo Orden quede consolidada y listo el escenario para la manifestación de aquél a quien Jesús sólo identificó como “el Otro”. (Jn 5, 43). Los tambores del Anticristo se oyen cada vez más fuerte.
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