Resurgimiento de Israel

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Uno de los temas esenciales del Final de los Tiempos es el relativo al destino de Israel, profecía a la que casi nadie alude y que ahora toma especial relevancia con el Pontificado del Papa Francisco. De hecho, según la revista “Jewish Daily Forward' hoy el Papa Francisco es considerado como uno de los 50 personajes más influyentes para el pueblo judío.

 

No es ningún secreto que uno de los mejores amigos del Papa es el rabino argentino Abraham Skorka. Los dos participaban en un programa de televisión semanal en Buenos Aires, en el que hablaban de diálogo interreligioso, y también escribieron juntos el libro  "Sobre el Cielo y la Tierra”.

El Papa Francisco ha condenado varias veces el antisemitismo. También ha expresado su deseo de viajar a Tierra Santa en mayo de 2014, entre otras razones, para zanjar las tensiones entre los dos credos.

Incredulidad y Conversión

El pueblo de Israel después de haber pasado tantos siglos disperso y errante por entre las naciones “sin templo, sin sacerdocio, sin territorio”, un día tendrá su conversión y su restauración definitiva. Esto está anunciado incondicionalmente por los profetas, y esto ocurrirá en el final de los tiempos, o sea, en breve. Por tanto, este evento no será antes del fin del mundo como algunos creen, pues ya no tendría sentido esa conversión del pueblo judío, sino ahora, para que tanto el pueblo de Israel como el resto de las naciones, una vez convertidas al Señor, formen el Nuevo Israel de Dios en la tierra tal y como está profetizado.

Los eventos que han ocurrido en Israel desde 1948 en que se constituyó nuevamente en Estado, en 1967 en que recuperaron la Ciudad de Jerusalén en la Guerra de los Seis Días, así como la repatriación que se ha venido dando a esta tierra de parte de judíos en los últimos años, no son hechos aislados ni producto de la casualidad, sino fruto del cumplimiento de las profecías bíblicas.

Así dice Jeremías: “He aquí que vienen días, dice el Señor, en que no se dirá ya ¡Vive Yahvé que sacó a los hijos de Israel del país de Egipto! sino ¡Vive Yahvé que sacó y trajo a la estirpe de la Casa de Israel del país del Norte y de todos los lugares donde lo había dispersado, para que habiten de nuevo su propia tierra!” (23, 6–9).

¿Qué opina Dios del Pueblo de Israel?

Israel es el pueblo misterioso y providencial que Dios reunirá en Palestina y ya lo dispone para su conversión. No olvidemos que Dios está al lado de Israel, y aunque parezca que vive muy alejado de Él, lo prepara para grandes e inminentes acontecimientos de los que el mundo será testigo y de los que no será ajeno el Papa Francisco.

Hemos de tener en cuenta que Jesucristo pertenece a la raza judía, y que nació, creció y vivió en la tierra de Palestina, que ahí predicó su mensaje de salvación, que ahí eligió a sus apóstoles y que ahí entregó su vida para salvación de muchos en perfecta obediencia a la Voluntad de Su Padre. Más aún, Dios dispuso que viniera al mundo a través de una virgen de la estirpe de David y San José también era de raza judía.

Ahora, la doctrina que Jesucristo expuso se apoyó sobre la revelación antigua, la doctrina moral y religiosa encerrada en los libros del Antiguo Testamento y profundizada por los doctores judíos. Jesucristo presentó su mensaje como un complemento de la Ley Mosaica, pues “no vino a destruirla, sino a darle cumplimiento” (Mt. 5, 17). Pero “Jesús vino a los suyos y los suyos no lo recibieron” (Jn. 1, 11). Pero hoy por hoy existen círculos judíos de profundo respeto y admiración por la Iglesia Católica. Más aún, hay que tener presente el veredicto pronunciado en un “tribunal oficioso” compuesto por 5 insignes israelitas en 1933 acerca del “proceso de la crucifixión de Jesús”, donde por 4 votos a favor y uno en contra declararon que la antigua sentencia del Sanedrín debía ser retractada ya que “la inocencia del inculpado estaba demostrada y su condena fue uno de los terribles errores que los hombres hayan cometido jamás, error cuya reparación honraría a la raza hebrea” (J. Ricciotti). Pero también hay que admitir que aún existen grupos de judíos muy cerrados y con grandes prejuicios contra la Iglesia Católica.

La Conversión de Israel al Final de los Tiempos

Dios revela en la Sagrada Escritura tanto el castigo al pueblo judío como su conversión: “Así habla Yahvé: tu herida es incurable… yo te he herido como hiere un enemigo con castigo cruel por tu enorme iniquidad, por tus pecados incontables… yo restauraré tu carne, tus heridas curaré…” (Jr. 30, 12 y siguientes).

La dureza y ceguera del pueblo judío en no reconocer a Jesucristo como el Mesías es de suyo incurable; se requiere un milagro de Dios que Él hará en su tiempo, tiempo que ya es mucho muy cercano.

Dice Oseas: “Al fin de los tiempos buscarán con temor al Señor, su Dios” (3, 5).

En las apariciones de la Virgen en Garabandal (1961-1965), como en otras mariofanías del siglo XX, se ha referido al periodo del final de los tiempos. En efecto, la Virgen dijo proféticamente hace casi 50 años que con este Papa (el posterior al cuarto anunciado después de Juan XXIII) comenzaría el final de los tiempos, breve periodo histórico donde se acentuará la apostasía de las naciones, la falta de fe en la tierra, el enfriamiento de la caridad y una serie de eventos catastróficos de envergadura mundial.  Y es en este tiempo histórico donde ocurrirá la conversión de Israel.

Entonces, Dios no ha desechado a su pueblo… y si por el pecado de los judíos llegó la salud a los gentiles, y si la caída de los judíos fue la riqueza del mundo y su menoscabo la riqueza de los gentiles, ¡qué no será su plenitud! En otras palabras, la conversión del pueblo judío tendrá tal repercusión en el mundo entero que hasta los gentiles no convertidos entrarán a su vez a la iglesia de Cristo. “Porque si la reprobación – de los judíos - ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?” (Rom. 11, 11 y siguientes).

Y aquí está la clave que Pablo da de la conversión de Israel:

Pues no quiero hermanos que ignoréis este misterio (esto es, los designios de Dios) para que no presumáis de vosotros mismos: porque el endurecimiento ha venido parcialmente a Israel, hasta que la plenitud de los gentiles haya entrado; entonces todo Israel será salvo” (Rom. 11, 25–26).

¿Qué significa que la expectación de Israel durará hasta que la plenitud de los gentiles haya entrado? Quiere decir que cuando a la Iglesia hayan entrado o convertido  los gentiles que deben entrar según el plan de Dios, entonces “todo Israel será salvo”. De lo anterior se colige que la frase “plenitud de los gentiles” equivale a esta: “cuando la fe llegue a su plenitud” porque ya no puedan entrar más gentiles a la Iglesia. Por eso San Jerónimo decía previendo la pérdida de la fe del pueblo gentil, y es lo que está ocurriendo ahora, que “si por el delito de los judíos la salud pasó a los gentiles, ahora por la incredulidad o falta de fe de los gentiles volverá la salud a los judíos”.

En conclusión, la conversión de Israel está en estrecha relación a la actual falta de fe de las naciones o pueblos gentiles. En la medida de que ya no haya más posibilidad de conversión, entonces Israel será salvado y se convertirá. Y unos y otros, gentiles que hayan perseverado en la fe y judíos que se hayan convertido formarán el Nuevo Israel de Dios.

Hay que mirar bajo esta perspectiva profética la misión del Papa Francisco. Su vínculo tan estrecho con el pueblo de Israel no es casual. Por un sinnúmero de razones estamos convencidos de que el Papa Francisco será un detonante facilitador que cimentará el camino firme para el eventual y paulatino reingreso de los judíos a la Iglesia, dando cumplimiento de esta forma al plan providencial de Dios para la humanidad, plan que quedó temporalmente truncado por el rechazo inicial de los judíos hace 2,000 años, pero que ahora se cumplirá maravillosa y sobrenaturalmente.

Muchos eventos están por ocurrir; la tierra se volverá un lugar muy peligroso para la vida; además la apostasía se acrecentará y en algún momento más adelante aparecerá el hombre de la iniquidad, el Anticristo, que será aceptado por la mayoría como “salvador del mundo”, incluyendo a no pocos judíos, pero eso será tema de otro artículo.

 

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