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La Causa Eficiente de un Cisma

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Principal astucia del enemigo es manipular, confundir, remedar, tergiversar, falsear. Desde el principio ha sido así. Cuando la serpiente instigadora en el Paraíso tentó a los Primeros Padres había en su propuesta un fondo de verdad: ser como Dios. Así será también la acción del Anticristo quien pretenderá cuando llegue su hora, más que negar a Cristo, usurpar su lugar y hacerse pasar por el mismo Cristo.

 

Jamás el Demonio engañará con simples mentiras sino en medio de verdades y eso hace más difícil discernir los espíritus para no ser confundidos y ser así fieles hijos de la luz.

El campo de acción del Demonio en tratándose de revelaciones privadas es vasto y muy adecuado para confundir incluso a los mismos elegidos. El Mensaje de la Santísima Virgen en los últimos 200 años conlleva, por decirlo así, cuatro principales apartados: primero, la llamada a la conversión para hacer vida el camino del Evangelio predicado por Nuestro Señor Jesucristo; segundo, el perfil profético que anuncia ciertos eventos que habrán de venir al mundo y a la Iglesia para que conociéndolos por anticipado podamos prepararnos debidamente en cuerpo, alma y entendimiento; tercero, el llamado a formar un pequeño grupo de apóstoles de los tiempos que coadyuvarán a la tarea, junto con Ella, de aplastar la cabeza de la serpiente; y cuarto, preparar a través de una profunda y auténtica devoción mariana el reinado de Cristo en la tierra por medio del triunfo de su Corazón Inmaculado. Es decir, lo que la Escritura llama Parusía o Manifestación del Señor (no debe confundirse con la Segunda Venida de Cristo al final de la Historia).

Es respecto al tema profético principalmente donde el espíritu de la confusión se siente más a sus anchas. Esta confusión tiene sus matices: adelantar acontecimientos, mezclar hechos ciertos con falsos, tergiversar la esencia de los eventos profetizados, promover sutiles herejías, causar visiones falsas a los videntes, etc. Esto hace que las revelaciones privadas sea tema la mar de resbaladizo y por ende fácilmente ocasión de confusión en los mensajes. Incluso se le llega a dar más valor a las revelaciones privadas que a la misma Revelación Pública que termina con el último de los apóstoles.

Visión General

Haciendo una recapitulación global de lo que ha sido el gran signo de estos tiempos mediante las distintas mariofanías, podemos afirmar con toda certeza moral a la luz de la fe y del mismo Magisterio de la Iglesia tanto en la Sagrada Escritura como en la Tradición lo siguiente:

  1. Como consecuencia del Misterio de la Iniquidad –la permisión del mal en el mundo por parte de Dios para sacar mayores bienes– el mundo y  la Iglesia se han visto bajo el influjo del ataque del poder de las tinieblas.
  2. La Santísima Virgen dio señales de alerta máxima a partir de la aparición en París en 1830 con la entrega de la Medalla Milagrosa. El influjo racionalista de la Revolución Francesa acechaba con toda su fuerza. Los estragos que estaban afectando a la Iglesia y que podrían ser de terribles consecuencias morales y espirituales fueron una vez más advertidos por la Virgen en La Salette, Francia en 1846. Y como para enfatizar la gravedad de esta invasión diabólica, la Virgen, una vez más se aparece en Francia en 1858 en Lourdes. Fátima fue una última oportunidad de cambiar el curso y la fuerza de los acontecimientos. Pero por las razones que hayan sido esa llave fue ignorada por varios Papas, comenzando por Pío XI.   
  3. Nuestra Madre hace un llamado grave y urgente al mundo para la conversión, y paulatinamente dejaba entrever que lo anunciado en la Sagrada Escritura para estos tiempos tendría pronto cumplimiento, donde el siglo XX sería definitivo para o erradicar las sombras negras que se asomaban a la Iglesia y hacer que la prueba profetizada fuera mucho más llevadera, o de lo contrario,  Satanás se erigiría como el vencedor parcial del siglo XX. Pero la consolidación del modernismo y el laicismo; los totalitarismos marxistas y comunistas con la Revolución Bolchevique, así como el nazismo; las dos Guerras Mundiales; el nacimiento de los progresismos religiosos con los excesos y abusos que supuso la aplicación e interpretación del Concilio Vaticano II, aunado a una clara penetración del humo del infierno al interior de la Iglesia de Cristo; y los oídos sordos de la alta jerarquía de la Iglesia al pedido de la Santísima Virgen en Fátima supuso la confirmación de la victoria de Satanás… pero aún no definitiva.

En este entorno, la Santísima Virgen ha profetizado desde hace 200 años medularmente lo siguiente:

  • Crecimiento de la maldad, apostasía y pérdida de la fe en la mayoría de las naciones
  • Divisiones entre las familias, pueblos, naciones, soberanos y príncipes de la Iglesia
  • Guerras entre naciones poderosas
  • Catástrofes naturales nunca antes vistas que envuelven a los cuatro elementos de la naturaleza
  • Hambruna, pestes y epidemias
  • Falta de crecimiento espiritual, pérdida de lo sagrado e indiferencia profunda a las cosas de Dios
  • Advertencias universales y sobrenaturales para la conversión de la humanidad
  • Rusia como flagelo de la humanidad
  • Un momento de gran obscuridad para la Iglesia nunca antes vista en la que habrá división entre sacerdotes, obispos y cardenales que detonará en un cisma de terribles consecuencias para las almas
  • Surgimiento de algunos hombres que se superarán espiritualmente y contribuirán al triunfo final del Corazón Inmaculado de María, para dar paso  al Reino de Cristo con Su Parusía (presencia espiritual) en la tierra donde se restituirá el Amor de Dios sobre todas las cosas

Ante este panorama profético, el demonio se ha asegurado, como se dijo al principio, de confundir mezclando profecías falsas y verdaderas, adelantando acontecimientos que ha traído a la postre una relajación en el tema profético que ha distorsionado la verdadera y auténtica profecía dulce-amarga que revela el Plan de Dios descrito mediante signos y simbolismos en el Libro del Apocalipsis.

Así, hay quienes veían el fin de los tiempos en el año 1960; la Gran Ramera identificada con la Iglesia Católica a partir del Concilio Vaticano II; los falsos pastores y anticristos en la Sede de Pedro a partir de Juan XXIII y sucesores. A Juan Pablo II como el Papa del Secreto de Fátima y el que habría de salir huyendo de Roma según la visión del Secreto de Fátima y más.

Ahora, a partir de la sorpresiva e inesperada renuncia del Papa Benedicto XVI se entró en un período de incertidumbre profética y no pocos quieren ver en el Papa Francisco al falso pastor anunciado en las Escrituras o al antipapa anunciado en algunas revelaciones privadas, o más grave aún, quienes ven a Francisco como la causa eficiente próxima de un cisma.

El Crepúsculo y la Noche

Es preciso analizar con detenimiento las profecías. Para esto es condición indispensable eliminar las que son falsas para lograr el discernimiento correcto ahora que todavía hay luz, pues las tinieblas que se avecinan serán tan densas que será harto difícil andar por el camino verdadero: “Todavía por un poco tiempo tenéis luz en vosotros. Caminad mientras tenéis luz para que no os sorprendan las tinieblas, ya que el que anda en tinieblas ignora adónde va. Mientras tenéis luz, creed a la luz para que os convirtáis en hijos de la luz” (Jn 12, 35 – 36).

La mayor obscuridad para la Iglesia será cuando la veamos dividida y enfrentada, y ahí sí será muy difícil saber por dónde se camina. Es importante prepararnos bien ahora que hay un poco de tiempo y contamos con los medios espirituales para pasar la noche, haciéndonos hijos de la luz para que la fe no desfallezca en la muy próxima hora de las tinieblas. La noche será de apostasía para quienes pierdan su fe por no haberse convertido en hijos de la luz durante el crepúsculo actual; y la noche será más de santidad, misticismo e incluso martirio para aquellos que hayan aprovechado este crepúsculo para hacerse hijos de la luz.

La Causa del Cisma

Hemos dicho que la causa remota del cisma más grande que habrá enfrentado la Iglesia en su Historia es el llamado Misterio de la Iniquidad que obra en el mundo. Finalmente Satanás es la causa indirecta del mal que Dios permite en su Divina Sabiduría. Pero las causas más próximas de esta apostasía que se vive hoy en la Iglesia son el resultado de falsas filosofías que dieron lugar a perversas ideologías en el orden político, social y religioso y que fueron minando poco a poco el fundamento de la Iglesia de Cristo. De alguna manera es una catástrofe anunciada que ya el Papa León XIII visualizaba con la gran herejía del modernismo, que como toda herejía, no venía del exterior sino del interior de la Iglesia. Finalmente es querer interpretar la doctrina católica según los moldes culturales y humanos de los tiempos modernos. Por eso Pío X profetizaba que la deserción y la apostasía que se hacía evidente era “como un anticipo y comienzo de los males que estaban reservados para el final de los tiempos” (cfr. Encíclica E Supremi Apostolatus Cathedra No. 6).

Pío XI diría en su Encíclica Quas Primas que “la sociedad está tambaleándose hacia su ruina porque ya no tiene más una fundación segura y sólida”.

Con el advenimiento de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II la Iglesia Católica entró dividida al Concilio y salió de él enfrentada en dos bandos irreconciliables que aún hoy marcan grandes diferencias y que dio lugar a dos distintas interpretaciones del Concilio.

Sin pretender agotar el tema ni mucho menos, me limito a citar las palabras del entonces Cardenal Ratzinger sobre lo que denominó la perversión del Concilio, es decir, la infiltración implacable y tenaz de las fuerzas ocultas al interior de la Iglesia:

“Resulta incontestable que los últimos veinte años han sido decididamente desfavorables para la Iglesia Católica. Los resultados que han seguido del Concilio parecen oponerse cruelmente a las esperanzas de todos, comenzando por las del Papa Juan XXIII y, después las de Paulo VI (…)

“Los Papas y los padres conciliares esperaban una nueva unidad católica y ha sobrevenido una división tal que –en palabras de Paulo VI– se ha pasado de la autocrítica a la autodestrucción (…) Esperábamos un salto hacia adelante, y nos hemos encontrado ante un proceso progresivo de decadencia que se ha desarrollado en buena medida bajo el signo de un presunto “espíritu del Concilio”, provocando de este modo su descrédito.

“Estoy convencido de que los males que hemos experimentado en estos veinte años no se deben al Concilio “verdadero”, sino al hecho de haberse desatado al interior de la Iglesia ocultas fuerzas agresivas, centrífugas e irresponsables (…)” (Informe sobre la Fe. BAC Popular. 1985. Págs. 35, 36 y 47).

Esta era la debacle y la profunda crisis y división de la Iglesia en los años posteriores al Concilio, junto con la amenaza del marxismo con la Teología de la Liberación, particularmente de la Iglesia norteamericana y otras naciones tercermundistas; así como el rechazo casi unánime de laicos católicos, moralistas, sacerdotes y obispos en contra de la Humanae Vitae, y la no menos grave infiltración masónica y de la mafia en los engranajes financieros del Vaticano, y como colofón, la confusión de graves errores doctrinales en la Iglesia sobre Cristo, la Eucaristía, el Sacramento de la Penitencia con abusos de absoluciones generales, la doctrina sobre el pecado original, un equivocado ecumenismo e indiferentismo y progresismo religioso, que llevó a Pablo VI a hablar del “humo del infierno que había penetrado dentro de la Iglesia de Dios”.

Creemos –dijo Paulo VI– que algo preternatural vino al mundo precisamente para perturbar, para sofocar los frutos del Concilio Ecuménico y para impedir que la Iglesia prorrumpiera en un himno de alegría por haber readquirido la plenitud de su conciencia sobre sí misma” (alocución Resistite fortes in fide del 29 de Junio de 1972).

Bajo Juan Pablo II la grave crisis interna de la Iglesia no sólo continuó sino que se agravó, pese a que con el Papa parecía haberse aplacado un tanto la furia innovadora, herética, revolucionaria y de apostasía de tantos sacerdotes, laicos y obispos de todo el mundo.

No obstante, el neo-modernismo progresista quedó consolidado en la Iglesia pero sólo de hecho, no doctrinariamente en la cátedra de Pedro, ni tampoco por Juan Pablo II quien predicó incansablemente por todo el mundo contra sus errores y que, para no precipitar a la Iglesia en males mayores, no pudo erradicar a los muy numerosos teólogos y sacerdotes que los sustentaban más o menos abiertamente. En consonancia a este texto, se entienden las palabras del Papa León XIII, a raíz de la visión que tuvo acerca del ataque que infringiría el Demonio a la Iglesia en el siglo XX, y que le llevó a componer la Oración a Miguel Arcángel:

En el mismo lugar santo, donde ha sido establecida la sede de San Pedro y la Silla de la Verdad para iluminar al mundo, ellos han levantado el trono de su abominable impiedad, con el designio inicuo que cuando el pastor sea golpeado, las ovejas se dispersen”.

Gente Maligna Planea la Obscuridad total de La Iglesia

Gente Maligna, que va en contra de la fe, planea la obscuridad de la Iglesia… y llegará, cuando la Iglesia Verdadera se separe de la Falsa. Muchos huirán escandalizados. Será un gran escándalo para todos. Muchos dejarán de creer y otros muchos se sentirán engañados por la Iglesia. Muchísimos andarán como oveja sin pastor. Será una proyección espiritual de las catástrofes políticas, económicas, sociales y naturales que en ese momento se estarán viviendo en el mundo.

Pero muchos se han adelantado confundidos por Satanás y creen que ya el cisma está o que el Papa Francisco forma o formará parte de él. No es así. Este Papa es el Rompedor. En su Pontificado veremos acciones y toma de decisiones nunca antes realizadas por los Romanos Pontífices. Él es parte de la mística trilogía de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco que prepara a la Iglesia a su catacumba en la llamada a la vivencia y práctica diaria del Evangelio. El In Persecutione por las veces que será atentado contra su vida porque empieza a cimentar la reconstrucción de la Iglesia, para que nazca la Iglesia del AMOR, la de Juan, la que debe afianzar y darle Plenitud a la Iglesia de Pedro, que fue la Iglesia de la ley por 2000 años.

 

Todos los artículos de este sitio pueden ser reproducidos, siempre y cuando se cite al autor, Luis Eduardo López Padilla, y la página donde fue originalmente publicado, www.apocalipsismariano.com

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